jueves, 31 de mayo de 2012

EL GIGANTE EGOÍSTA

El próximo viernes, 1de Junio, tendremos la última sesión de animación a la lectura de este curso.La realizaremos en la Biblioteca Municipal en horario habitual, con un cuento muy bonito que reproducimos a continuación. ¡¡Os esperamos, no faltéis!!














Cada tarde, a la salida de la escuela, los niños se iban a jugar al jardín del Gigante. Era un jardín amplio y hermoso, con arbustos de flores y cubierto de césped verde y suave. Por aquí y por allá, entre la hierba, se abrían flores luminosas como estrellas, y había doce albaricoqueros que durante la Primavera se cubrían con delicadas flores color rosa y nácar, y al llegar el Otoño se cargaban de ricos frutos aterciopelados. Los pájaros se demoraban en el ramaje de los árboles, y cantaban con tanta dulzura que los niños dejaban de jugar para escuchar sus trinos.

-¡Qué felices somos aquí! -se decían unos a otros.
Pero un día el Gigante regresó. Había ido de visita donde su amigo el Ogro de Cornish, y se había quedado con él durante los últimos siete años. Durante ese tiempo ya se habían dicho todo lo que se tenían que decir, pues su conversación era limitada, y el Gigante sintió el deseo de volver a su mansión. Al llegar, lo primero que vio fue a los niños jugando en el jardín.
-¿Qué hacen aquí? -surgió con su voz retumbante.
Los niños escaparon corriendo en desbandada.
-Este jardín es mío. Es mi jardín propio -dijo el Gigante-; todo el mundo debe entender eso y no dejaré que nadie se meta a jugar aquí.
Y, de inmediato, alzó una pared muy alta, y en la puerta puso un cartel que decía:
ENTRADA ESTRICTAMENTE PROHIBIDA
BAJO LAS PENAS CONSIGUIENTES
Era un Gigante egoísta...
Los pobres niños se quedaron sin tener dónde jugar. Hicieron la prueba de ir a jugar en la carretera, pero estaba llena de polvo, estaba plagada de pedruscos, y no les gustó. A menudo rondaban alrededor del muro que ocultaba el jardín del Gigante y recordaban nostálgicamente lo que había detrás.
-¡Qué dichosos éramos allí! -se decían unos a otros.
Cuando la Primavera volvió, toda la comarca se pobló de pájaros y flores. Sin embargo, en el jardín del Gigante Egoísta permanecía el Invierno todavía. Como no había niños, los pájaros no cantaban, y los árboles se olvidaron de florecer. Sólo una vez una lindísima flor se asomó entre la hierba, pero apenas vio el cartel, se sintió tan triste por los niños que volvió a meterse bajo tierra y volvió a quedarse dormida.
Los únicos que ahí se sentían a gusto eran la Nieve y la Escarcha.
-La Primavera se olvidó de este jardín -se dijeron-, así que nos quedaremos aquí todo el resto del año.
La Nieve cubrió la tierra con su gran manto blanco y la Escarcha cubrió de plata los árboles. Y en seguida invitaron a su triste amigo el Viento del Norte para que pasara con ellos el resto de la temporada. Y llegó el Viento del Norte. Venía envuelto en pieles y anduvo rugiendo por el jardín durante todo el día, desganchando las plantas y derribando las chimeneas.
-¡Qué lugar más agradable! -dijo-. Tenemos que decirle al Granizo que venga a estar con nosotros también.
Y vino el Granizo también. Todos los días se pasaba tres horas tamborileando en los tejados de la mansión, hasta que rompió la mayor parte de las tejas. Después se ponía a dar vueltas alrededor, corriendo lo más rápido que podía. Se vestía de gris y su aliento era como el hielo.
-No entiendo por qué la Primavera se demora tanto en llegar aquí -decía el Gigante Egoísta cuando se asomaba a la ventana y veía su jardín cubierto de gris y blanco-, espero que pronto cambie el tiempo.
Pero la Primavera no llegó nunca, ni tampoco el Verano. El Otoño dio frutos dorados en todos los jardines, pero al jardín del Gigante no le dio ninguno.
-Es un gigante demasiado egoísta -decían los frutales.
De esta manera, el jardín del Gigante quedó para siempre sumido en el Invierno, y el Viento del Norte y el Granizo y la Escarcha y la Nieve bailoteaban lúgubremente entre los árboles.
Una mañana, el Gigante estaba en la cama todavía cuando oyó que una música muy hermosa llegaba desde afuera. Sonaba tan dulce en sus oídos, que pensó que tenía que ser el rey de los elfos que pasaba por allí. En realidad, era sólo un jilguerito que estaba cantando frente a su ventana, pero hacía tanto tiempo que el Gigante no escuchaba cantar ni un pájaro en su jardín, que le pareció escuchar la música más bella del mundo. Entonces el Granizo detuvo su danza, y el Viento del Norte dejó de rugir y un perfume delicioso penetró por entre las persianas abiertas.
-¡Qué bueno! Parece que al fin llegó la Primavera -dijo el Gigante, y saltó de la cama para correr a la ventana.
¿Y qué es lo que vio?
Ante sus ojos había un espectáculo maravilloso. A través de una brecha del muro habían entrado los niños, y se habían trepado a los árboles. En cada árbol había un niño, y los árboles estaban tan felices de tenerlos nuevamente con ellos, que se habían cubierto de flores y balanceaban suavemente sus ramas sobre sus cabecitas infantiles. Los pájaros revoloteaban cantando alrededor de ellos, y los pequeños reían. Era realmente un espectáculo muy bello. Sólo en un rincón el Invierno reinaba. Era el rincón más apartado del jardín y en él se encontraba un niñito. Pero era tan pequeñín que no lograba alcanzar a las ramas del árbol, y el niño daba vueltas alrededor del viejo tronco llorando amargamente. El pobre árbol estaba todavía completamente cubierto de escarcha y nieve, y el Viento del Norte soplaba y rugía sobre él, sacudiéndole las ramas que parecían a punto de quebrarse.
-¡Sube a mí, niñito! -decía el árbol, inclinando sus ramas todo lo que podía. Pero el niño era demasiado pequeño.
El Gigante sintió que el corazón se le derretía.
-¡Cuán egoísta he sido! -exclamó-. Ahora sé por qué la Primavera no quería venir hasta aquí. Subiré a ese pobre niñito al árbol y después voy a botar el muro. Desde hoy mi jardín será para siempre un lugar de juegos para los niños.
Estaba de veras arrepentido por lo que había hecho.
Bajó entonces la escalera, abrió cautelosamente la puerta de la casa, y entró en el jardín. Pero en cuanto lo vieron los niños se aterrorizaron, salieron a escape y el jardín quedó en Invierno otra vez. Sólo aquel pequeñín del rincón más alejado no escapó, porque tenía los ojos tan llenos de lágrimas que no vio venir al Gigante. Entonces el Gigante se le acercó por detrás, lo tomó gentilmente entre sus manos, y lo subió al árbol. Y el árbol floreció de repente, y los pájaros vinieron a cantar en sus ramas, y el niño abrazó el cuello del Gigante y lo besó. Y los otros niños, cuando vieron que el Gigante ya no era malo, volvieron corriendo alegremente. Con ellos la Primavera regresó al jardín.
-Desde ahora el jardín será para ustedes, hijos míos -dijo el Gigante, y tomando un hacha enorme, echó abajo el muro.
Al mediodía, cuando la gente se dirigía al mercado, todos pudieron ver al Gigante jugando con los niños en el jardín más hermoso que habían visto jamás.
Estuvieron allí jugando todo el día, y al llegar la noche los niños fueron a despedirse del Gigante.
-Pero, ¿dónde está el más pequeñito? -preguntó el Gigante-, ¿ese niño que subí al árbol del rincón?
El Gigante lo quería más que a los otros, porque el pequeño le había dado un beso.
-No lo sabemos -respondieron los niños-, se marchó solito.
-Díganle que vuelva mañana -dijo el Gigante.
Pero los niños contestaron que no sabían dónde vivía y que nunca lo habían visto antes. Y el Gigante se quedó muy triste.
Todas las tardes al salir de la escuela los niños iban a jugar con el Gigante. Pero al más chiquito, a ese que el Gigante más quería, no lo volvieron a ver nunca más. El Gigante era muy bueno con todos los niños pero echaba de menos a su primer amiguito y muy a menudo se acordaba de él.
-¡Cómo me gustaría volverlo a ver! -repetía.
Fueron pasando los años, y el Gigante se puso viejo y sus fuerzas se debilitaron. Ya no podía jugar; pero, sentado en un enorme sillón, miraba jugar a los niños y admiraba su jardín.
-Tengo muchas flores hermosas -se decía-, pero los niños son las flores más hermosas de todas.
Una mañana de Invierno, miró por la ventana mientras se vestía. Ya no odiaba el Invierno pues sabía que el Invierno era simplemente la Primavera dormida, y que las flores estaban descansando.
Sin embargo, de pronto se restregó los ojos, maravillado, y miró, miró…
Era realmente maravilloso lo que estaba viendo. En el rincón más lejano del jardín había un árbol cubierto por completo de flores blancas. Todas sus ramas eran doradas, y de ellas colgaban frutos de plata. Debajo del árbol estaba parado el pequeñito a quien tanto había echado de menos.
Lleno de alegría el Gigante bajó corriendo las escaleras y entró en el jardín. Pero cuando llegó junto al niño su rostro enrojeció de ira, y dijo:
-¿Quién se ha atrevido a hacerte daño?
Porque en la palma de las manos del niño había huellas de clavos, y también había huellas de clavos en sus pies.
-¿Pero, quién se atrevió a herirte? -gritó el Gigante-. Dímelo, para tomar la espada y matarlo.
-¡No! -respondió el niño-. Estas son las heridas del Amor.
-¿Quién eres tú, mi pequeño niñito? -preguntó el Gigante, y un extraño temor lo invadió, y cayó de rodillas ante el pequeño.
Entonces el niño sonrió al Gigante, y le dijo:
-Una vez tú me dejaste jugar en tu jardín; hoy jugarás conmigo en el jardín mío, que es el Paraíso.
Y cuando los niños llegaron  esa tarde encontraron al Gigante muerto debajo del árbol. Parecía dormir, y estaba entero cubierto de flores blancas.













lunes, 21 de mayo de 2012

UN CONSEJO DE UN SABIO MAESTRO Y AMIGO : FERNANDO ALBERCA

"TODOS LOS NIÑOS PUEDEN SER EINSTEIN".Es un libro que puede abrir la mente de los padres .A veces os cerramos en una enseñanza encorsetada y estricta , cerrando a los niños un maravilloso mundo de aprendizaje y experiencias .Los padres támbien tenemos mucho que aprender,pues a ser padres no nos enseña nadie .sólo nosotros mismos podemos aprender.


Tengo 44 años. Nací y vivo en Córdoba. Soy profesor de secundaria, experto en educación. Estoy casado con María y tenemos ocho hijos únicos (17, 16, 15, 13, 11, 9, 6 y 4 años). Soy un indignado. Soy un católico harto de la pobreza y la mentira. Si educas a niños, sonríe y exige.
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pudiera imponer una sola reforma escolar, ¿cuál sería?Dedicaría toda la primaria a una sola y única cosa: ¡aprender bien a leer y escribir!
Pues aconseje a sus colegas profesores.
Sabed ser el jefe de la camada. Alguien a quien los alumnos quieran seguir. Que noten que tú les ayudarás a mejorar.
No es al revés?
"El aprendizaje es experiencia, el resto es información", dijo Einstein. No aprendes cosas porque eres inteligente: aprender cosas te hace inteligente.

viernes, 11 de mayo de 2012

VIERNES 11 DE MAYO UNA ANIMACIÓN MUY DULCE

Esta vez hemos escogido un clásico para nuestros niños "LA CASITA DE CHOCOLATE " espero que os guste.Os esperamos en la biblioteca del colegio "EL PICACHO".

jueves, 3 de mayo de 2012

EL PRÓXIMO VIERNES 4 ANIMACIÓN A LA LECTURA EN LA BIBLIOTECA MUNICIPAL

el viernes trabajaremos un cuento muy bonito y con gran carga de enseñanza para nuestros niños llamado TRIP "EL GUSANO VIAJERO".Espero que os guste.Haz click en el enlace.
http://www.youtube.com/watch?v=Dufr5aqRNiI                                                                                         



miércoles, 2 de mayo de 2012

NUESTRA EXPERIENCIA

El pasado jueves día 26 de Abril, como ya anunciamos en una entrada anterior tuvimos la oportunidad de participar como ponentes y compartir nuestras experiencias en las II Jornadas de educación y familia. El balance de nuestra participación es satisfactorio en líneas generales, y es que cuando afloran los sentimientos es mucho más fácil contar como es nuestra forma de trabajar, aquí os dejo un cuento que refleja de manera muy sencilla cómo somos cómo trabajamos y cuál es nuestra experiencia
Pues veréis, que esta historia que quiero compartir con vosotros, sucedió no hace mucho, mucho tiempo, ni en un lugar muy lejano, sus protagonistas no son de ficción, ni poseen cualidades mágicas, lo cual quizás nos llevaría a pensar que este cuento puede ser un poco rollo, pero sin embargo a veces ocurre, cuando menos lo  esperamos aparece la magia, y es que como muchas veces les digo a los niños los duendes viven en los libros y en los cuentos.

Nuestra historia empieza hace algunos años, cuando dos maestros llamados José Luis Castaño y Rafael Pablos que trabajaban juntos en el mismo colegio compartían inquietudes relacionadas con la educación de sus alumnos. Estos maestros, apasionados de su trabajo, discutían (y aún creo que lo hacen) sobre cómo podían ellos inculcar a sus alumnos, el amor por la lectura con los consiguientes beneficios que éste hábito les aportaría. Después de darle muchas vueltas y pasar muchos desvelos, llegaron a la conclusión de que lo mejor sería realizar actividades con los muchachos que tuvieran un carácter lúdico para que tomasen la lectura no como una imposición, sino como algo divertido que les resultara agradable a la par que instructivo, así nació el taller de animación a la lectura, en él los chicos participaban de manera activa, bien leyendo, bailando, dibujando, recitando pequeñas poesías o trabalenguas… e incluso en ocasiones hacían representaciones teatrales.

Nuestros maestros se sentían contentos aunque nunca satisfechos del todo pero aún así veían que su esfuerzo daba fruto en forma de aulas llenas de chavales que contagiados por el entusiasmo participaban de manera activa en sus clases diarias, ya no sentían vergüenza por tener que leer o realizar representaciones teatrales en público, pues habían adquirido recursos para desenvolverse con suficiente soltura.

Pero el tiempo iba pasando y se acercaba la fecha de jubilación de nuestros protagonistas, así pues, como estos maestros quisieron que la actividad que ellos habían comenzado tuviera continuidad,  empezaron a pensar de qué manera podían ceder el testimonio; y como ya se sabe el dicho que más sabe el diablo por viejo que por diablo, yo no sé  si viejos lo que se dice muy viejos no es que sean  pero si que sabios eran un rato, además de un pelín  diablos y es que la diablura que se les ocurrió es que fuera un grupito pequeño muy pequeño de madres y padres, que compartían inquietudes y se sentían comprometidos con la educación de sus hijos, los que se hicieran  cargo del taller. Estas madres y padres no se sentían preparados académicamente para tamaña responsabilidad y desempeñar esta tarea, aunque poco a poco, con paciencia mucha paciencia por parte de José Luis y Rafael ( como buenos maestros), y mucho entusiasmo y ganas de aprender por parte de los padres, pudieron ir supliendo las carencias que tenían y adquirieron la seguridad suficiente, incluso para subir a un escenario y trasladar sus experiencias, que aunque temblando de nervios no se les notase casi nada. Este cuento tiene una pequeña particularidad, y es que no tiene un colorín colorado al uso como habitualmente acaban los cuentos y es que esta historia  aún no ha acabado, lo que si tiene o al menos yo así lo creo, es una moraleja o enseñanza, y me permitiréis compartir con vosotros; y es que cuando se realizan actividades como las que nosotros hacemos de repente casi sin esperarlo ocurren anécdotas improvisadas, el abrazo de un niño, un ¡¡¡¡tú si que vales!!!!  Coreado espontáneamente por una clase de preescolar o al caminar por el pasillo de un supermercado sorprenderme con una voz infantil que entusiasmado le dice a su madre ¡¡mira mamá la chica cuenta-cuentos!!! Estas vivencias son una pequeña muestra de las que guardo, que me han hecho crecer como persona y me hacen reflexionar, que los niños pagan con creces con su cariño el tiempo que les dedicamos, y que para mi es un honor formar parte de un recuerdo feliz infantil. Muchas gracias.